miércoles, 9 de noviembre de 2011

Análisis sintáctico

Durante todos  estos años de docencia, escuché muchas veces la pregunta disparadora de mis alumnos: ¿para qué quiero saber el sujeto y el predicado en la vida, si yo cuando hablo no estoy pensando si es el objeto directo o el circunstancial?

Y es cierto. Podemos hacer uso de la lengua, comunicarnos fluidamente, sin tener necesidad de saber si un sujeto es compuesto o cuál es el predicativo en una oración. ¿No es cierto?

Hasta ahí todos coincidimos. Del mismo modo, yo puedo manejar mi coche sin tener que saber necesariamente cómo funciona el carburador o cuál es la bomba de agua.
Sin embargo, si mi vehículo se rompiese, y yo tuviera conocimientos de las partes que conforman mi auto, quizás podría salir bien parada de la situación adversa, como bien podría salir –por ejemplo- un mecánico a quien se le quedó el auto en la mitad de la avenida. A mí no me quedaría otra opción que llamar al auxilio. ¿O no?

Lingüísticamente  sucede lo mismo. El análisis sintáctico es sólo una parte del conocimiento gramatical para el cual, estudiamos las partes que componen la oración (como objeto abstracto de la lengua) y cómo funcionan. ¿Y para qué me sirve?
De la misma manera que le sirvió al mecánico saber las partes y el funcionamiento del automóvil para repararlo y seguir camino, a nosotros- teniendo el conocimiento sintáctico- podemos reflexionar activamente sobre la lengua para aprender a solucionar cuestiones de sentido, ambigüedades, concordancia y hasta muchos problemas de puntuación, sobre todo en géneros discursivos complejos como el académico o el literario.                                                       
Es sólo voluntad de ponerlo en práctica, ver ese funcionamiento en los textos y así  encontrarle el verdadero sentido y utilidad.

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