Pero plantearse estos interrogantes trae aparejado otro problema: qué es la literatura. Ya sabemos que las respuestas a estas preguntas han disparado cantidad exhaustiva de bibliografía y no es el objetivo en este caso dar cuenta de toda ella. Sin embargo, y para resumirlo muy escuetamente, me quedo con estas palabras de Anderson Imbert en Teoría y Técnica del cuento cuando introduce el concepto de ficción literaria. Si bien se centra en el cuento, su concepción puede extenderse a todas las formas de la literatura:
“De un cuento puede decirse que es ficticio en ambas
acepciones pues por un lado simula una acción que nunca ocurrió y por otro
moldea lo que sí ocurrió pero apuntando más a la belleza que a la verdad (…) La
literatura, toda ella, es siempre ficción. Y viéndolo bien ¿no es ficción
cuando pensamos? La literatura no es ciertamente la única actividad humana que
falsea y distorsiona la realidad. Aun la ciencia lo hace. Sólo que la ciencia
lo hace a pesar de ella y en cambio la
literatura falsea y distorsiona la realidad a propósito”
Es entonces la intencionalidad estética el objetivo de
cualquier texto literario. Pero ¿qué se entiende por “intencionalidad estética?
Formulo esta cuestión porque es una pregunta muy común en las mesas de
exámenes. Más bien se interroga al alumno por qué, por ejemplo, “Rosaura a las
diez” pertenece al género literario y se espera que diga “porque su
intencionalidad es estética”. El tema es que, generalmente, repiten ese
concepto sin entender qué significa. A modo de anécdota, siempre recuerdo a un
alumno que, en tercer año, estaba leyendo “Los pichiciegos” de Fogwill y me
dijo: “¿intencionalidad estética? A mí me atrapó pero no veo nada de belleza en
el texto, hay un montón de malas palabras”(2)
Lo interesante de esa afirmación es que el alumno entendía finalidad estética de la misma manera en
que la definía anteriormente Anderson Imbert: “apuntando más a la belleza que a
la verdad”. Y, en el caso del estudiante, la belleza significaba “lo que es lindo, la
palabras rebuscadas, no las que usamos siempre” diría él. Gran tema de la
Teoría Literaria planteó sin saber. ¿La intencionalidad estética es apuntar a
la belleza tal como la concebimos en nuestra vida cotidiana? ¿O más bien la
belleza artística es otra cosa?
Veamos lo que dice el diccionario de la RAE sobre el término
belleza:
f.
Propiedad de las cosas que hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite
espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y
artísticas.
Lo importante
en todo caso es entender la intencionalidad o finalidad estética en un sentido
más amplio. Lo estético es, de alguna manera, poner el material verbal al
servicio de la creación artística, a partir de
la manipulación verbal, transgresión
de géneros conocidos, etc., todo esto con el fin de potenciar distintas significaciones y
posibilidades de interpretación. En suma, ese recorrido que hace el lector
hurgando en la historia y en el diseño de una trama, por ejemplo, es la
intención estética, la cual no es inherente a un texto solamente, sino que está
compartida por el sentido que el lector le asigna a aquello que lee.
¿Qué pasa en
el aula con el lugar del alumno-lector de obras literarias?
El alumno
cree que, en el caso de haber tenido que leer una novela por ejemplo, con el
hecho de decir “de qué se trata” su abordaje de la literatura es óptimo. Y si
nos sinceramos, los docentes, en una mesa de examen, no ahondamos tampoco en
cuestiones estilísticas o más profundas.
Si tomamos el
cuento, por ejemplo, vemos que este no es sólo una acción o bien la anécdota o
historia. Hay una forma que adopta ese cuento que constituye el plus de
significación y que se pone al servicio de la intencionalidad estética.
Dice Anderson
Imbert en su obra ya citada: “prefiero no referirme a rangos diferentes de
cuentos sino, dentro del mismo cuento, a los acontecimientos que ocurren
(acción) y a la forma en que
se articulan (trama). Puesto que el contenido de la acción se da siempre en la
formas de una trama, no practicaré dicotomías. Leo un cuento y le encuentro
acción y trama. Son dos miradas de la misma cosa: en una veo la acción; en otra,
la trama, pero la diferencia está en el modo de mirar. (…) Después de echarle
al cuento una doble mirada llamo acción a
todo lo que ocurre en el cuento, y trama,
a eso mismo, sólo que percibido en las proporciones y relaciones que
guardan entre sí los hechos” (pág. 129)
En el aula,
sin embargo, el objeto literario se recorta generalmente en el foco de la acción y muy rara vez los ojos se posan
en los vericuetos de la trama, en ese
otro modo de mirar. Por eso tenemos que ser sinceros: el alumno pudo leer todas
las obras sugeridas del “programa” y eso es meritorio, pero si su lectura se
limita sólo al argumento, su apreciación de la literatura y su intención será
bastante fragmentaria.
1)
Ver este
artículo "Sobre la enseñanza de la Literatura" que escribí para el curso de
Teoría Literaria en la Escuela Media de CEPA (2010)
2)
Ver post “el concepto de ficción”
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