Como podemos observar, el hecho de que las representaciones
de los alumnos con respecto a las distintas lenguas sean diferentes encuentra
su justificación en que la adquisición de las mismas se da de distinta manera.
Como sabemos, la lengua materna se adquiere sin intervención pedagógica, a
partir del primer contacto social (esto es, de una manera más espontánea) y la
lengua segunda, sin embargo, se
adquiere, generalmente, en el ámbito escolar, es decir, de una forma más
sistemática.
Debido a que esos modos de adquisición son distintos, las
representaciones que el alumno se forma de cada una también son diferentes. Con
respecto a la lengua materna, podemos suponer que el hablante, al tener
previamente dominio de la lengua como instrumento de comunicación, la
enseñanza/aprendizaje de la misma, en el ámbito escolar, encuentra su foco en el objeto-lengua. Esto
explica por qué los chicos, en sus representaciones, asocian el aprendizaje de
su lengua materna con la noción de normativa. Podemos observar en el corpus
presentado por la autora cómo ellos ligan ese aprendizaje de lengua materna con
la cuestión de lo correcto ( “expresarse
mejor”, “correctamente”, “mejorar el vocabulario”).
En cambio, cuando esos niños estudian una segunda lengua, al no
poseer dominio del instrumento de
comunicación, tienden, al principio, a focalizar más en el aspecto fonológico
puesto que tienen una mayor necesidad de “ entenderse”.
Esto último da lugar a un marcado protagonismo de la
oralidad, ya que en las representaciones de los alumnos que estudian una
segunda lengua, la gramática sirve para "expresarse y entender a los que nos hablan".
De lo
anterior, podemos señalar otro aspecto que funcionaría como conclusión: cuando
el alumno estudia su lengua materna, reflexiona sobre el objeto-lengua y esta
actividad suele ser muy poco interesante para ellos porque, en sus
representaciones, saben que
independientemente o no de estudiar aspectos normativos (qué es correcto y qué
no), pueden comunicarse igual. En
cambio, la tarea de estudiar la gramática de una segunda lengua sería más
significativa porque los hablantes saben que tienen que entender al otro y
hacerse entender.
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