De qué hablamos cuando hablamos de discurso.
Ya en otra oportunidad hemos señalado que entendíamos por discurso un “acto y el
producto de una enunciación particular y concreta” (1).
Con esto queremos decir que un discurso es, entonces, una
práctica social que supone un uso lingüístico contextualizado según parámetros
tales como ser cognoscitivos y socioculturales (aquí se incluyen la situación,
el propósito del enunciador, las características del enunciatario, etc.).
Por esta razón, cuando hablamos de discurso – y por ese carácter eminentemente social- se convierte en
un objeto teórico complejo y heterogéneo cuyo estudio incluye los diversos
modos de organización, distintos niveles para ser construidos, las diferentes
modalidades (oral, escrita e icónica).
En tanto, en cualquier proceso de comunicación el emisor y el receptor no solamente
decodifican un mensaje sino que lo interpretan según su ideología, visión de
mundo, intenciones en cada situación, estrategias, fines, etc. Es precisamente
en el uso discursivo donde todas las estructuras sociales, sus tensiones, las
identidades de las personas, etc. quedan al descubierto.
De esta manera, todos los ámbitos de la vida social se
apropian de la palabra y hacen posibles los distintos géneros discursivos (2)
1)
Ver
post “texto y discurso”
2)
Tipos
estables de enunciados que tienen una estructura, un estilo y un tema
particular (Bajtín)
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