viernes, 31 de enero de 2025

¿Somos amigos?

Son amigos en Facebook desde 2017”

Hoy encendí la computadora para escribir unas líneas y emergió como una displicente ola informática el cartelito de la famosa red social ya cada vez más en extinción (muchos me dicen que ya nadie la usa). Este sería el detalle menor.

Lo cierto que me quedé pensando en ese punctum “amigos”.

Y entonces el aspecto semántico golpeó mi curiosidad. ¿Cómo se define la palabra “amigos” desde el punto de vista etimológico?

Por cierto, en la historia de esta palabra, no hay una universalidad unívoca.

En la Torá encontramos: "Tu amigo, aquel que es como tu propia alma". (Deuteronomio 13:7). (1)

Lo interesante es que “como tu propia alma” significa que ese otro tiende un vínculo de confianza, compañía y entraña una relación profunda en la cual uno ayuda al otro a superar sus dificultades, a guiarlo en el camino de su vida, entre otras.

De hecho, la palabra hebrea para “amigo”  es javer  que incluye yad, significado de “mano”- Con la intensidad de la amistad, se está “mano a mano”, no hay asimetrías, ni intereses.

Por otro lado, “amigo” podría derivar del latín “amicus” de la combinación de anima (alma) y custos (custodia), esto es “el guarda del alma”.

A su vez, es interesante ver su etimología del griego, de donde provendría de a (sin) y ego (yo), si lo pensamos, una relación recíproca, sin ego.

Sea cual sea su recorrido, no cabe duda de que el término “amigo” supone una profundidad afectiva y espiritual que muy lejos está de la banalidad con la que se emplea.

La sociedad actual, inmersa en el mundo tecnológico, mediatizada por las pantallas, llama “amigo” a personas que forman parte de una red, pero que muy lejos están de vincularse de manera fraterna, o por el contrario, quizá fueron personas que se “agregaron” por conocimiento de otras con las cuales tampoco se mantiene vínculo alguno.

El otro día me llamó la atención que esta superficialidad no solo es hija de las redes sociales, sino que se ha colado en la vida cotidiana, en las relaciones cara a cara, sobre todo como vocativos del cronolecto adolescente: “dale, amigo; “qué tosco, amigo”, donde la palabra “amigo” reemplaza a la ya olvidada interjección che y al coloquial y tan argentino  boludo.

 Dadas estas circunstancias, donde los términos se erosionan como piedras cerca del mar del uso, ¿deberíamos plantearnos definir la amistad de otro modo?

 

 

 

 

1.      1)https://www.morasha.com.br/es/sabidur%C3%ADa-jud%C3%ADa/amistad.html

 

 


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