domingo, 9 de abril de 2017

El autor y el problema de la intención EN kAFKA


En esta oportunidad, quisiera compartir este análisis sobre uno de mis escritores favoritos, en especial, sobre su cuento "El sueño" (1)
 

Hay textos literarios que, al poner en foco diversas nociones literarias, las cuestionan y, a partir de allí, crean otras. Se podría decir que, dentro de su intencionalidad estética o desde ella, se erigen como metatextos literarios.

Este es el caso del cuento “El sueño” de F. Kafka cuyo modo encriptado de ser narrado (¿desde dónde se cuenta?) posibilita distintas hipótesis de lecturas, entre ellas, por la que me inclino en este trabajo: “Anticipándose al giro lingüístico, “Un sueño” de Franz Kafka ya presenta la enunciación como un proceso vacío”.

En principio, el cuento pone en jaque la cuestión de la materialidad y rigidez que supone toda noción o postulado teórico, más específicamente cuando se trata de un objeto estético como en este caso.

Asimismo, en todo  proceso de enunciación y aún más en la literatura, la escritura posee tal grado de inestabilidad y se erige sobre bases tan poco consolidadas, que caemos en la cuenta de la dificultad que supone preguntarnos por los agentes que este acto implica:

“(…) al poner a funcionar la lengua, el sujeto se despoja de toda realidad referencial y empírica para referirse únicamente por la relación pura y vacía en la instancia del discurso” (clase 2, pág. 4).

Por cierto, la complejidad radica no solo en el hecho de que la persona real que escribe se desdibuja al utilizar la lengua, sino que también –en un doble juego- lo hará el autor textual. Entonces, ¿cómo es posible identificar las voces dentro de un objeto estético que también pone a funcionar la lengua?

En primer lugar, el relato de Kafka comienza dando cuenta de la realidad endeble propia del discurso literario cuando coloca al personaje de K. en la complejidad que supone el discurso propio del sueño. De esta manera, anticipa ya los rasgos propios del lenguaje literario: lo intrincado y, paradójicamente, lo que lo hace fascinante:

“K. quiso salir a pasear pero apenas dio dos pasos, llegó al cementerio. Vio numerosos e intrincados senderos, muy numerosos y nada prácticos. (…) era como si allí reinara un gran júbilo”

De hecho, que el personaje se mueva en el terreno del cementerio es significativo ya que determina connotativamente algo más que el sentimiento de muerte del personaje: en definitiva, la ausencia o el desdibujamiento de las voces se configuran como otra muerte dentro del texto,  (¿quiénes hablan?).

Por cierto, volviendo al tema de la materialidad inestable del texto literario, (el narrador del cuento señala que “los estandartes flameaban y se entrechocaban con fuerza”), es claro que, adosado a esta cuestión, aparece el problema de la identificación de las voces: “no se veía a los portadores de los estandartes”, señala el narrador.

“(…) por la sencilla razón de que la escritura es la destrucción de toda voz, de todo origen. La escritura es ese lugar neutro, compuesto, oblicuo, al que va a parar nuestro sujeto, el blanco-y-negro en donde acaba por perderse toda identidad, comenzando por la propia identidad del cuerpo que escribe (Barthes, 1994, p. 65, citado para la clase nª2)

Por otro lado, otra problemática (y de algún modo relacionada con la anterior) sería cuál es la identidad del artista ¿Se funde con el objeto creado o se separa de él?

En este punto, el cuento plantea el lugar del artista como separado de su objeto creador, y no como fundido a él, ya que en ejercicio de la escritura tiene un montículo de tierra de por medio. Dice el narrador:

“Apoyó ese lápiz en la parte superior de la lápida; la lápida era muy alta; el hombre no necesitaba agacharse, pero si inclinarse hacia adelante, porque el montículo de tierra (que evidentemente no quería pisar) lo separaba de la piedra.”  

 
Lo cierto es que el cuento parece retratar el problema teórico que supone asignar un “cuerpo” al sujeto de la enunciación, en este caso el artista, con la consecuencia que eso entraña: la dificultad para volver a encontrar (la) voz original. Dice el narrador:

“EL hombre se dispuso nuevamente a escribir, pero no pudo, algo se lo impedía; dejo caer el lápiz y nuevamente se volvió hacia K.

Esta vez K. lo miró y advirtió que estaba profundamente perplejo, pero sin poder explicarse el motivo de su perplejidad. Toda su vivacidad anterior había desaparecido.”

En tanto, esta situación conlleva, como toda indefinición y búsqueda de una verdad absoluta, a una inevitable frustración mutua:

“Esto hizo que también K. comenzara a sentirse perplejo; cambiaban miradas desoladas; había entre ellos algún odioso malentendido, que ninguno de los dos podía solucionar.”

De esta manera, podríamos decir que desde el cuento, “lo literario se vincula con el efecto que una obra produce en quien la recibe” (clase 2). El texto (aquí simbólicamente la inscripción de la lápida) es aprehendido por Josef K. –y valorado- por los sentimientos que en él despierta (desde perplejidad hasta fascinación) y  esto viene de la mano con la “muerte del autor”: cuando el artista aniquila su obra, se corre de lugar y desaparece.

En el cuento,  cuando el artista, furioso, dio un puntapié contra la tumba y la tierra voló por los aires” se desdibuja de manera abrupta y posibilita que  la percepción de K. se despierte o bien se libere de toda intencionalidad impuesta por un autor real.

Por último, teniendo en cuenta la dificultad que presupone dilucidar sobre quién habla en los textos literarios y  cómo esa palabra se crea y se recibe en un momento y situación particulares, me inclino por la hipótesis de la enunciación como proceso vacío ya que la palabra es dicha y recepcionada en un contexto en que  el enunciador y el enunciatario cambian en la medida en que son atravesados por el discurso. A tal punto, que es imposible aprehenderlos.
 
 
1) Realicé este trabajo para el Modulo Didáctica de la Teoría Literaria de la  Especialización en Enseñanza de Escritura y Literatura para la escuela secundaria. Ministerio de Educación y Deportes de la Nación. (2016)